Como una receta cocinada a fuego lento con mucho amor; como un ebanista que acaricia la madera como solo él sabe hacerlo; como un esquimal puliendo con mimo los bloques de hielo para construirse su refugio. Así hemos devorado los Groenlandiers cada uno de los bocados propuestos por nuestro Periko. Los hemos paladeado, saboreado y deglutido. Y hemos acabado pensando en canciones. En estas canciones que resonarán en nuestro iglú hasta que el chef, y su power, tengan a bien inventar nuevos inventos, idear nuevos recuerdos.
Periko “you are welcome” en nuestro Iglú. Gracias por traernos tu power
Periko abre su menú con un homenaje al clásico de los clásicos callejeros cordobeses. Los Groenlandiers recogemos el guante; y nos sumergimos en nuestra juventud. En esas salidas en pandilla de nuestra adolescencia por las calles de Córdoba, que se alargaban tomando nuestros primeros Lucas. Por esa juventud y por los que ya no están. Arrancamos.
Vainica doble hizo el mejor alegato sobre el sur. Grupo de Expertos lo recuperó para nuestra generación. Dame AOVE y pan pan; y déjame vivir con alegría. “Y una aceituna y un higo chumbo, vete a tu Luna y déjame en mi rincón”.
Periko sigue volando libre, y vuelve a dejar el camino establecido con su particular homenaje a nuestra Dehesa y su Montanera. A nosotros se nos ensancha el alma a cada bocado.
Los Groenlandiers abrimos la puerta de nuestro corazón y subimos al cielo con este plato.Suena Triana señores. Palabras mayores. No por nada Manteca tiene su propio parque.
En 1966 Dylan decidió electrificar su sonido, dejando atrás su vertiente más folk. Años más tarde, nuestro Periko hizo lo propio con la tradicional Mazamorra. Versión 40. Todo un Huracán
Pensamos en Japón, y a veces nuestra mente camina hacia robots, hacia un mundo de luces, y ceros y unos. En nuestro querido valle de Los Pedroches las luces las pone su cielo Starlight.
Dicen los Derby que a la vida hay que sacarle la navaja antes de que ella te la saque a ti. La Quinquedelia lo llaman. Periko y su “quisquidelia” nos demuestra que él también está aquí para sacarle la navaja a la vida y a las concepciones preestablecidas.
Continuamos el viaje. Avanzamos hacia el fondo de ese mundo del que tanto nos has hablado. Paraíso de canciones, recuerdos y bosques glaciares; nuestro Hogar. Nos invade una ilusión desconocida, todo es Otoño en este plato; y nosotros nos ponemos a pensar en Family.
Amamos a McEnroe, amamos Mundaka (el pueblo y la canción). Dame un pescado del mediterráneo y trasládame a esos recuerdos del atlántico. A esos días que decides abrir las ventanas para ver amanecer, a volverte a desnudar como la primera vez.
No sabemos si El Escribano escucha Los Chunguitos mientras selecciona las piezas que Periko sirve, nosotros masticamos al ritmo lento y pausado de la versión de María Rodés.
Construir Catedrales necesita su tiempo... Como las 36h de elaboración de esta costilla. Palabras mayores. A nosotros, como casi todo lo divino, nos suena a Pink Floyd.
Los Groenlandiers decimos que sí, que sí. Que nos quedamos con la selección de Quesazos de Rubén Valbuena y Juan Naranjo; y ya nos estamos enamorando.
Esta tarta es un vendabal. Hemos visto tartas de manzana en soporíferas películas de sobremesa, hemos comido versiones de tartas de manzana en modo rural y urbanita, pero esto es un “monumental recuerdo que revolverá lo nuevo con lo viejo”.
Cierra los ojos y recuerda ese momento sonorizado por ABBA. Este recuerdo a los Groenlandiers nos sabe a merienda. A chocolate una tarde de sábado, sentados en el suelo delante de la televisión, esperando una nueva entrega de Eurovisión, sabedores de que nuestro destino es estar contigo...
Y Sucedió. Por lo obvio, por lo exquisito y porque no es sustitutivo de nada... y a la vez, complemento de todo. Sabemos que va a suceder, que hoy empieza una revolución en nuestro paladar.